Normalmente todas las empresas tienen grabado a fuego la siguiente frase: “Los clientes son lo primero”, otras un poco más avanzadas, han evolucionado dicho mantra a este otro: “Los clientes son lo primero. Pero los empleados primero. Ya que, si atiendes bien a tus empleados, ellos atenderán muy bien a tus clientes”.

Sin embargo, esto no es del todo acertado. Si lo piensas bien, los clientes no son sólo clientes, son personas que tienen un objetivo el cual quieren alcanzar a través de una colaboración contigo, confiando en las personas que hay en tu empresa para lograrlo.

Sin embargo, la vida no es tan fácil, no tenemos un empleado y un cliente… tenemos “clientes” que son personas con objetivos, cada uno muy diferente al del otro, y “empleados” que buscan una realización personal y/o profesional de distinta forma y maneras, luchando cada uno por conseguir su propio objetivo.

Y aquí es donde empieza el reto, y la única manera de solventarlo con éxito es siendo humano, empático y muy observador, de tal manera que podamos entender y colaborar en la consecución de cada uno de esos objetivos individuales, tanto de clientes como de empleados.

Para lograrlo con solvencia, es necesario que cualquier compañía haga un ejercicio. Nunca imponer, siempre entender… a cada uno, porque todos son igual de importantes y piezas clave. Porque el verdadero éxito se compone, siempre, del esfuerzo de personas felices.

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