El internet que conocemos y usamos día a día tuvo su origen a finales de los años 60 en Estados Unidos (ARPANET en California), su despegue y desarrollo en los países occidentales durante la década de los 90 (World Wide World o WWW), y su evolución a nivel mundial (100 millones de usuarios en enero de 2006) y crecimiento exponencial en las últimas dos décadas gracias a las nuevas infraestructuras, los dispositivos móviles, redes sociales, etc (más de 3.500 millones de usuarios en 2017, un 50% de penetración a nivel mundial).
A este internet se le conoce como el “internet de la información”, y es el medio de información y comunicación más amplio en toda la historia de la humanidad, donde la información es libre, accesible para todos y replicable sin coste (por ejemplo, las copias digitales de los eMails o documentos que envías). Sin embargo, también se ha convertido en el internet más centralizado de la historia, donde una pocas compañías acaparan la mayor parte de la actividad que se genera en internet: Google, Amazon, Facebook, etc.
Blockchain o cadena de bloques, es la tecnología que llega para transformar el internet que conocemos, donde se intercambia información, en un nuevo internet donde se intercambiará valor sin la necesidad de contar con una entidad “de confianza” que intermedie, realice y confirme las transacciones. Por tanto, no se trata de sustituir el actual internet, sino de crear una capa adicional en la que las personas puedan intercambiar valor entre ellas.
La tecnología Blockchain tiene su origen en la criptomoneda bitcoin (con protocolo Bitcoin a través de un sistema descentralizado P2P, entre pares) que comenzó su andadura en enero de 2009 de la mano de su creador anónimo Satoshi Nakamoto. La fuerte revalorización que han experimentado tanto bitcoin como el resto de altcoins (criptomonedas alternativas como ripple, ether, dash, etc), en los últimos meses ha disparado la popularidad de Blockchain y las criptomonedas por lo que representan: una moneda virtual (electronic cash o efectivo digital) que no está controlada ni respaldada por ningún Banco Central, que sirve como medio de pago para realizar transacciones económicas, que actúa como depósito de valor y unidad de cuenta aunque no comúnmente aceptada.
Por otro lado, si bien es cierto que una de las características de la tecnología Blockchain es la transparencia (todas las transacciones son públicas en la Blockchain de Bitcoin) no hay que pasar por alto que otra de sus características es el anonimato (transacciones públicas pero sin identificar a los sujetos que las hacen) y por tanto, el hecho de que bitcoin se ha venido utilizando como medio de pago para bienes y servicios ilegales (rescates de ciberataques, compra/venta de drogas, armas, etc).
La Blockchain o cadena de bloques es una base de datos descentralizada que actúa como un gran libro contable distribuido de todas las transacciones que se registran en ella, y que es mantenida colaborativamente por una gran cantidad de ordenadores (nodos) por todo el mundo mediante un algoritmo criptográfico consensual.
Se trata de una tecnología descentralizada de registros que no necesita de una entidad central de confianza que gestione las operaciones (como un banco o un notario), donde todos los participantes de la red (nodos) replican las transacciones que se registran de forma secuencial en bloques para formar una cadena. A su vez, cada bloque de registro de transacciones está referenciado al anterior usando mecanismos de seguridad criptográficos que la hacen inmutable, de manera que todos guardan una relación indirecta con el primero (bloque génesis).
Las características de la Blockchain: descentralizada, transparente, distribuida, verificable, segura, confiable e inmutable, van a facilitar que la información sobre el valor de los activos pueda ser controlada por sus creadores y no por terceros. De esta forma, se podría plantear la creación de una red social descentralizada con base Blockchain donde los usuarios, creadores de los contenidos, sean remunerados. En base a esto, se podría pensar que Blockchain podría disrumpir a empresas disruptoras como Google, Amazon, Facebook o eBay, con un modelo descentralizado.
Cabe distinguir entre Blockchains públicas, como Bitcoin o Ethereum, en las que cualquier persona puede participar y/o conocer todas las transacciones que han tenido lugar y nadie tiene el control de la red, sino que son todos los participantes o nodos (o la mayoría) los que definen las normas y reglas (Protocolo) de la cadena de bloques; y Blockchains privadas, como Hyperledger, R3 o Ripple, cuyo acceso está limitado a los miembros que la componen que son los que tienen el control de la red y definen el conjunto de normas y reglas que lo rigen. En este sentido es interesante contrastar el interés creciente de las empresas en la tecnología Blockchain en comparación con el temor creciente de las administraciones, reguladores y empresas con la cada vez más popular Bitcoin.
El internet del valor que nos trae Blockchain se define a través de los tokens o activos digitales que representan derechos sobre bienes y/o servicios que pueden ser objeto de comercio. En este nuevo internet se puede intercambiar valor a través de estos tokens, como por ejemplo a través de las criptomonedas que son un tipo de token.
Durante el segundo semestre del año pasado, principalmente, las Startups se han dedicado a crear tokens para financiar proyectos con base Blockchain a través del lanzamiento de ICOs (Initial Coin Offering u Oferta Inicial de Monedas) generando una nueva forma de financiación alternativa (y no regulada) que ha superado a las campañas de crowdfunding e incluso a la inversión de las Venture Capital.
A diferencia de lo que sucede en una IPO (Initial Public Offering u Oferta Pública Inicial) donde los inversores adquieren acciones (títulos de propiedad), en una ICO los inversores adquieren tokens que generalmente no tienen derechos de propiedad sobre la empresa. Y es que, en una ICO la empresa no emite deuda o capital, sino que crea tokens ligados a un proyecto que adquieren los inversores y que incrementarán su valor a medida que la empresa tenga éxito o lo perderá si la empresa no cumple con lo esperado.
La tecnología Blockchain tiene aplicación en todos los sectores de la economía y, aunque se encuentra en sus fases más iniciales, presenta un enorme potencial disruptivo en el medio y largo plazo.
En el sector financiero, el nacimiento de bitcoin supuso una revolución al ser la primera moneda virtual descentralizada de la historia con una aceptación creciente; pero más allá del protocolo Bitcoin, la tecnología Blockchain está contribuyendo a eficientar muchos de los procesos de back-office que llevan a cabo los bancos, con su correspondiente ahorro de costes, mejora de los tiempos de ejecución, aumento de la transparencia, etc. También hay proyectos para mejorar y hacer instantáneos los pagos internacionales o reducir enormemente los plazos de las transacciones en el comercio internacional, entre otros casos destacados.
También está impactando en los servicios que ofrecen las aseguradoras que se pueden valer de los Smart Contracts (contratos inteligentes o programas informáticos -código- que se ejecutan automáticamente cuando se dan una serie de condiciones) para automatizan la compensación económica de un seguro de viaje mejorando notablemente la experiencia del cliente.
Otro caso de uso de especial interés es el relacionado con la identidad digital puesto que Blockchain podría construir una base de datos común, descentralizada y pública, de información y características sobre las personas y los activos que ayude en su identificación y/o trazabilidad. Con este tipo de soluciones, los usuarios recuperarían el control de sus datos que hoy por hoy constituyen la materia prima del modelo de negocio de las grandes tecnológicas como Google y Facebook.
En el ámbito del Marketing digital, Blockchain puede aportar la transparencia y confianza necesaria que demandan los anunciantes en la publicidad digital (display/RTB) para tener la certeza de que sus anuncios son visionados por el segmento de usuarios al que van destinados, o la posibilidad de remunerar a los generadores de contenidos de calidad a través de micro pagos con criptomonedas o a aquellos usuarios que voluntariamente decidan ver publicidad en sus navegadores.
Existen muchos más casos de uso, como el registro seguro, inmutable y descentralizado (timestamping) de transacciones como el que hacen los Notarios o el Registro de la Propiedad; el uso de Smart Contracts para definir las nomas de aplicación con ejecución automática que podrían prescindir de la labor de los abogados; el seguimiento de los componentes o productos a lo largo de su cadena de suministro para tener información precisa y fiable de su evolución (trazabilidad); el voto electoral por internet con las garantías necesarias para asegurar su fiabilidad y validez; o el desarrollo de plataformas descentralizadas (P2P) de la economía colaborativa que ponga en contactos a personas sin la necesidad de un mediador como Airbnb o Uber.
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